En la actualidad vivimos en una sociedad en la que se quiere todo para ya, sin rodeos. Vivimos desganados y cualquier tarea que nos suponga mucho esfuerzo o demasiada atención nos aburre y pasamos de ello. Ahí es donde reside el poder de un microrrelato.
En un microrrelato tenemos que conseguir contar una historia que impacte en muy pocas palabras. Por norma general, se puede hacer desde 5 a 300 palabras (aquí un ejemplo de microrrelato). Ese sería el baremo, aunque lo más común es que se construya con un máximo de 5 lineas.
A todos los que nos gusta escribir, la idea de contar una historia tan corta y que cuente todo lo que queremos y que a la vez impacte, es todo un reto. Ahí está lo bonito, destrozarse el cerebro para sacar lo mejor de lo mejor.
Es importante no sobrecargarlo con demasiados personajes, aunque si consigues meter a más de tres es todo un logro digno de presentar y admirar en una exposición.
Al igual que todo texto que escribimos, el microrrelato tiene que constar de:
- Inicio: Debe empezar con una frase que nos atrape, que nos genere la ansiedad y la curiosidad suficientes como para querer saber más.
- Nudo: Aquí continúa la magia de los caracteres bien ordenados para formar un contexto fuerte que aunque breve, nos cuente todo lo necesario para entender la historia.
- Desenlace: Llega la guinda del pastel, donde nos jugamos el todo por el todo. Tienes que dar un gancho directo hasta dejar al lector en un «knock-out» (nocaut para la RAE). Debes conseguir que el lector llegue al «orgasmo cerebral» y se quede fascinado o con ganas de más. Ahí está la magia.
Ahora te toca ponerlo en práctica y darle caña para satisfacer a tus lectores. Estoy seguro de que lo vas a conseguir.
Mi libro Primera estación es buen ejemplo de microrrelatos.
¡Ponte a ello!
Alberto Leiva (albertelp)