A veces la suerte llama a tu puerta en forma de sonrisa. Pero no una cualquiera, sino la más bonita que jamás habías imaginado.
Alguien que llegó para quedarse, para luchar, para hacerte feliz con poco y a la vez con todo.
Una desconocida que parece que siempre a estado a tu lado aunque no sabías su nombre, ni quien era, pero que quieres conocer cada día un poco más, como ese libro que te engancha con las palabras perfectamente ordenadas y no puedes, ni quieres, dejar de leerlo.
De pronto te encuentras envuelto en vida, una vida que parecía dormida. Sientes que por una vez estás completo, en paz, en equilibrio con un mundo que sólo piensa en desestabilizarte.
Te das cuenta que no hay día que no te apetezca acabarlo en sus labios, ni mañana que no la busques en la cama, todavía con los ojos cerrados para darle los buenos días con el beso más tierno.
Hacer que cada momento cuente, que parezca un sueño, nuestro sueño.