Alberto Leiva

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Relatando en el tren: “Túnel del tiempo”

Relatando en el tren: “Túnel del tiempo”

RELATANDO EN EL TREN: “TÚNEL DEL TIEMPO”


La estación de Vigo-Urzáiz a las cinco y media de la mañana es un desierto. Lo que más me ha sorprendido, han sido las maquinas de limpieza, son como los robots aspiradores pero a lo grande. Ya sabéis cuales digo, esos que se pasan el día dando vueltas por casa y nunca son capaces de llegar a la base de carga. Siempre encuentran un punto en el que quedarse enganchados, es alucinante. La estación está debajo del centro comercial Vialia Vigo, que a esta hora tiene todas sus tiendas y cafeterías cerradas.

Al llegar a la estación, me llevo la sorpresa, hay cola. Esto sí que era totalmente inesperado. Un hombre vestido de Spider-Man se ha metido por la cinta de seguridad, esa en la que tienes que poner tu equipaje, abrigo… para revisar que no llevas nada extraño que comprometa la seguridad en el viaje. El señor de seguridad ha empezado a gritarle y a insultarle, el resto de personas que hacíamos la cola empezamos a reírnos al ver como empezaban a correr al rededor de la cinta como si fuera un especial de Benny Hill. —Esto es surrealista —dije pensando en alto mientras admiraba esta extraña obra teatral improvisada. Delante de mí está una chica que al escucharme se ha girado y me ha dicho —esto tiene que ser un sueño, seguro que aún estoy durmiendo —mientras se reía. La verdad es que no era para menos. Después de cinco minutos de espera, por fin puedo pasar el control y marcharme hacia mi tren.

El viaje no es demasiado largo, pero lo suficiente como para seguir durmiendo y llegar a Madrid sin tanto sueño. Al entrar me llevo otra sorpresa, y es que la chica que se reía delante de mí en la cola del control de seguridad, ahora va sentada a mi lado. Lo más cómico de todo es que no va nadie mas en el vagón. Esto siempre pasa, no sé cómo lo hacen a la hora de asignar los billetes, que si el tren va vacío, te ponen en un asiento con alguien. Eso sería anecdótico, pero es que además, es en el asiento de cuatro y vamos en dirección en contra de la marcha. Es totalmente absurdo. Solo falta que Spider-Man se ponga a saltar por el vagón y ya tenemos el espectáculo al completo.

—Hola, parece que nos toca juntos —dijo la chica mientras sonreía.

—Pues sí, siempre hacen lo mismo.

—Solo falta que aparezca Spider-Man por aquí saltando.

No puede ser que haya dicho eso. Justo en el momento en el que acabo de pensarlo. Tiene algo que me atrae, es como si la conociese desde siempre pese a ser la primera vez que nos vemos. Tal vez hayamos coincidido en otra vida, en el caso de que existan otras vidas. Creo que madrugar no le sienta bien a mi cabeza.

El tren se pone en marcha y nosotros seguimos hablando y contándonos cosas. Parece que le pasa lo mismo que a mí, es extraño pero no quiero cambiarme de asiento. Quiero seguir hablando y conociendo más de ella. Su punto fuerte es el humor y su naturalidad. Me siento muy cómodo.

De pronto, pasa algo extraño que no tiene sentido. Al salir de un túnel hemos envejecido. Nuestros rostros se ven como si tuviésemos sesenta años. ¿Qué ha pasado? No puede ser. Nos levantamos totalmente desconcertados. Me acerco hasta el vagón de al lado y al abrir la puerta, la gente está gritando. Les ha pasado lo mismo que a nosotros, algunos incluso están muertos. Esto es horrible, ¿qué ha pasado?

Entramos en otro túnel y nuestros cuerpos vuelven a cambiar, ahora somos niños. Esto no tiene ningún tipo de sentido. Me asomo a la puerta del vagón de al lado, y la gente también se ha convertido en niños. Incluso los que se habían muerto vuelven a estar vivos. La chica empieza a reírse y dice que quiere quedarse así.

—Esto es surrealista, jajaja. Por favor pellízcame, estoy segura de que esto es un sueño —dijo la chica.

—Te aseguro que no lo es. Yo estoy despierto.

—Pero si hemos visto a Spiderman metiéndose en la cinta de seguridad. ¡Míranos, ahora somos niños y antes éramos mayores!

—¡Qué no es un sueño! —respondí mientras le pellizcaba en el brazo.

—¡Ahhhhhh, qué bruto! Me has hecho daño.

—¿Ves como no es un sueño?

—Sí, entonces, ¿qué demonios está pasando?

—Ojalá lo supiese, pero no lo sé.

—¿Tú no sabes todo?

—¿Qué?

—Nada, me estoy metiendo contigo.

—A ver, igual no es el momento de hacer bromas. Estamos envejeciendo y rejuveneciendo por momentos.

—Bueno hombre, solo estamos viajando al futuro y al pasado.

—¿Qué?

—Digo yo, que si cada vez que entramos y salimos de un túnel cambiamos, tal vez esa sea la razón.

—Ya, ¿pero por qué está pasando esto?

—A ver, yo eso ya no lo sé, tal vez sea culpa de Spider-Man.

Ella tiene razón, cada vez que pasamos por un túnel cambiamos. Aunque no creo que Spider-Man tenga algo que ver en todo esto.

—No creo que ese señor vestido de Spider-Man esté provocando todo esto —dije extrañado.

—¿Y cómo explicas esto?

—Pues no lo sé, tendremos que averiguarlo.

—Te digo yo, que todo esto es por culpa de Spiderman y de algún enemigo suyo que quiere acabar con él, jajaja.

—¿Pero cómo eres capaz de reírte en este momento? Lo peor que me haces reír a mí también, jajaja.

—¿Sabes lo mejor de todo esto?

—¿Qué?

—Que hoy no vamos al cole, jajaja.

—Eres increíble de verdad, jajaja.

—¡Anda, otro túnel! —gritó la chica.

Me encanta, le da todo igual, ya podemos morirnos al salir del túnel, que ella se parte.

—Ves, volvemos a ser normales, estamos en el presente otra vez —dijo la chica.

—¿Cómo sabes que es el presente y no hay variación en el tiempo?

—Por este arañazo de la mano, me lo ha hecho mi gata ayer por la noche. Cuando envejecimos ya no lo tenía.

—Interesante…

—Me alegro de coincidir contigo en este viaje, eres muy majo.

—Gracias, yo también me alegro, también eres muy maja.

—Me haces sentir cómoda, como en casa. No sé explicarlo pero lo siento.

—A mí me pasa exactamente lo mismo.

En ese momento nos miramos y nos besamos. Uno de esos besos tiernos y dulces que no quieres que se terminen.

—¿Se puede decir que ya hemos vivido una vida juntos? —dijo la chica riéndose nuevamente.

—Se podría decir que sí, por lo menos durante un breve espacio de tiempo.

—Fuera bromas, no quiero que este viaje se termine. No quiero separarme de ti. Apenas llevamos un par de horas de viaje y me ha bastado para saberlo.

—Me está pasando exactamente lo mismo, no quiero separarme de ti.

De pronto, escuchamos gritos a lo lejos en otro vagón. Nos levantamos corriendo y nos vamos a ver que pasa. Al llegar descubrimos a unas cinco personas pegándole a Spider-Man.

—Joder, el viaje mas surrealista de mi vida —dijo la chica

—¿Pero qué hacéis?

—¡Es todo por su culpa! —gritó uno de los chicos que pegaba a Spider-Man.

—¿Pero qué ha hecho? —preguntó la chica.

—Está durmiendo y soñando que cada vez que nos metemos en un túnel viajamos en el tiempo. ¡Tenemos que tirarlo por la puerta! —dijo el mismo chico que le pegaba mientras lo arrastraba hacia la puerta del vagón.

—¡Parad! ¡Vais a matarle! —gritó la chica.

Demasiado tarde. Abrieron la puerta y tiraron a Spider-Man fuera del vagón. Por extraño que parezca, nadie hizo nada. El resto del viaje fue tranquilo, no hemos vuelto a cambiar de aspecto. En cuanto a la chica y a mí, no hemos parado de hablar en todo el trayecto. El amor a veces es así, basta una décima de segundo para saber que ya no quieres separarte de esa persona. Tu persona.

Menos Spider-Man, pobre, de él sí que nos separamos.