Relatando murales: “Yoseba MP”
«Eugenia e o dragón de batea»
Eugenia pasa la mayor parte del tiempo sentada en el paseo de Bouza, con la mirada fija en el mar que le da tanta vida. Pocos conocen su historia, me atrevería a decir que realmente nadie conoce su verdadero don. Con sus ojos azules que abarcan la inmensidad del océano y su corazón latiendo al ritmo de las olas, Eugenia puede comunicarse con todos los seres que habitan en el mar. Su mayor compañero es Murias, «su dragón de batea», como ella le llama. Es un ser único, su cuerpo es como el de una serpiente cubierto de mejillones. Astuto, fuerte, inteligente e indestructible, así es Murias.
Eugenia conoció su don cuando era pequeña y sus padres la llevaban a la playa. Allí conoció cangrejos, almejas, croques y peces. No fue hasta su adolescencia cuando conoció a Murias. Era una fría noche de noviembre y Eugenia caminaba sola por el paseo de Bouzas. Un ladrón salió de las sombras e intentó robar a la persona equivocada. Por suerte, allí estaba Murias, que emergió del fondo del mar y con solo su presencia, hizo que el ladrón se escapara corriendo y sin mirar atrás.
Eugenia se presentó y Murias hizo lo mismo, extrañado de que una humana pudiese entender lo que él decía. Tenía conocimiento de que eso pasaría por las runas antiguas que se esconden en las profundidades del Océano Atlántico, pero no sabía cuándo. Desde ese momento, Eugenia y Murias quedaban cada noche en el mismo lugar. El dragón de batea incluso invitaba a Eugenia a subirse encima de él para navegar por el mar. Al principio cerca de la costa, pero cuando Eugenia y Murias se hicieron amigos inseparables, surcaban más allá de donde llega la luz de las ciudades, donde solo la luna y las estrellas iluminan el océano.
Eugenia siempre fue una persona inquieta y en Murias encontró las respuestas a tantas incógnitas de la vida. Pero lo que nunca pudo imaginarse, es que un gran mal les acechaba y les vigilaba desde hacía tiempo. Hace algo más de tres años y después de compartir casi toda la vida de Eugenia, un gran pulpo hizo su aparición para luchar en una gran batalla con Murias. Eugenia intentó convocar a todos los seres para defender a su gran amigo, pero era imposible. Ese maldito pulpo podía neutralizar con su telequinesis a todo ser vivo que se acercase. Murias consiguió llevárselo lejos, para luchar en un punto del Océano Atlántico en el que ningún humano sufriera daño, pero desde aquel entonces, Murias nunca regresó a su cita nocturna con Eugenia. Ella pasa la mayor parte del día confiando en que su dragón de batea regresará sano y salvo, pero ya han pasado más de tres años y él no regresa.
Eugenia tiene miedo, no ha dejado de tenerlo desde aquel día. Es como si su poder hubiese desaparecido. Ya no puede comunicarse con ningún ser vivo del mar. Sea lo que hiciese el gran pulpo con su telequinesis, consiguió separar a Eugenia de lo que le dio tanta vida. En el fondo, ella sabe que volverá a ver a Murias, tiene que hacerlo. Su mayor temor es que esté atrapado en lo más profundo del océano o en alguna cueva marina. En su interior sabe que está vivo, él es muy fuerte e invencible, solo que tiene que estar atrapado en algún lugar.
(El mural pertenece a la artista Yoseba MP y podéis encontrarlo en la calle Vilagarcía de Arousa Número 30 en Vigo).